Superado el impacto que me causó ver Tokyo, pude recorrer sus atestadas callles. Fue divertido.
Comí sushi en un lugar en donde te sientas y ordenas usando una pantalla. Hasta ahí
nada que no se pueda esperar, pero al rato aparece un plato con la comida, solo, por un
sistema de rieles. Por suerte la cuenta la trajo una persona.
De ahí fui al museo Bunkamura, para ver la obra de un artista japonés que vivió en París a
mitad de siglo. Se llama Leonard Foujita, y me resultó conmovedora su obra. Es caro comprar
en Tokyo, pero la buena noticia es que los libros no lo son tanto. En el museo compré uno
pequeño de este artista y el precio fue casi el mismo que un adaptador para el enchufe de
mi compu.
nada que no se pueda esperar, pero al rato aparece un plato con la comida, solo, por un
sistema de rieles. Por suerte la cuenta la trajo una persona.
De ahí fui al museo Bunkamura, para ver la obra de un artista japonés que vivió en París a
mitad de siglo. Se llama Leonard Foujita, y me resultó conmovedora su obra. Es caro comprar
en Tokyo, pero la buena noticia es que los libros no lo son tanto. En el museo compré uno
pequeño de este artista y el precio fue casi el mismo que un adaptador para el enchufe de
mi compu.
La razón: según Norie, mi anfitriona, la gente no tiene mucho espacio para los libros,
y compra pocos. Aquí dejo mis primeros dibujos en Japón.
y compra pocos. Aquí dejo mis primeros dibujos en Japón.